A pesar de no lograr su objetivo, la egresada de la Casa de Bello cuenta sobre su travesía en el monte Lhotse, la cuarta montaña más alta del mundo.
Paula Cofré, egresada de Ingeniería Civil Industrial de la Universidad de Chile, comenzó en el montañismo en el 2017, subiendo cerros de pequeña y mediana altitud en Santiago. Entrenaba semana a semana, realizando en pocas horas travesías en el Plomo y el Volcán San José.
Más adelante incluyó a sus trayectorias las técnicas de escalada y cuerda. Enfrentándose a mayores desafíos como subir en 2020 el Ojos de Salado, el volcán activo más alto del mundo con 6.893msnm, ubicado en el norte de Chile.
En el 2022 escaló la montaña Aconcagua, la más alta de América, con unos 6.963msnm. Lo subió en solo cinco días, sin guía, aclimatación ni descanso. “Fue una tremenda experiencia y quedé con ganas de ir por más desafíos de altura de ese estilo”, expresó Paula Cofré en conversación con Alumni UChile.
A partir de esto, Paula empezó a escalar más montañas. En 2023, viajó a Perú para ascender la Cordillera Blanca y otras cumbres de 5.000msnm en Suiza, Austria, Italia, Alemania, Francia, entre otras. “Te cansas, pero la satisfacción personal después de eso es espectacular, y darte cuenta que al final siempre se puede”, destacó en esa misma entrevista.
Su reciente gran reto fue la de escalar el monte Lhotse en Nepal, la cuarta montaña más alta del mundo con 8.516msnm y muy cercana del Everest. Su objetivo esta vez era ser la primera mujer chilena en subirlo sin oxígeno suplementario. Sin embargo, por complicaciones de salud física, no lo logró.
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La travesía por el monte Lhotse de Paula Cofré
El 26 de abril llegó al Everest Base Camp, a unos 5.364msnm, y comenzó a hacer las rotaciones, consiste en ascender a los campamentos más altos, con la finalidad de poder aclimatar y que así el cuerpo responda mejor a la altura.
En esas travesías, debió cruzar muchas seracs de hielo, usando cuerdas fijas y escaleras entre enormes grietas, para llegar a Campo 1 (6.000msnm). Al día siguiente llegó al Campo 2 (6.500msnm) y luego caminó hasta los 6760msnm, para volver al Everest Base Camp.“Una ruta muy extensa y agotadora”, expresa.
La segunda rotación fue repetir lo mismo, pero directo a Campo 2, donde descansaría y al día subsiguiente se dirigiría al Campo 3 (7.900msnm).
Luego de la segunda rotación, pasó una semana en Campo 2 esperando una buena ventana de clima. “El aire allá es muy frío y seco, lo que genera la famosa Khumbu Cough. Muchas personas teníamos esta tos, pero en mi caso fue mucho más fuerte”, indica.
“Mi deseo era hacer cumbre el 21 de mayo. Se veía una buena ventana de clima, de aproximadamente -28°, lo cual es ideal si se desea subir sin oxígeno suplementario, pero días antes empecé con un fuerte dolor en las costillas del lado izquierdo”, expresa.
Días después subió al Campo 3, pero tuvo que descender por el malestar en su cuerpo. Dice que no hubo ningún otro impedimento durante esa travesía. “Además de saber que otros montañistas tuvieron congelamiento en manos y pies intentando días previos, todo eso te da un poco de inseguridad”, indica.
El 21 de mayo y mientras se recuperaba en el hospital de Kathmandú, Paula Cofré comunicó a través de su cuenta de Instagram una actualización de su travesía y detalles de su estado de salud.
En el mismo post comunicó el fallecimiento de su partner de ruta, el montañista rumano Gabriel Tabara. “Era un montañista experimentado, antes ya había subido el Manaslu (8.163msnm) sin oxígeno y además el Dhaulagiri (8.167msnm). Era una persona muy dulce y alegre. Su muerte fue una sorpresa, nos contaron que se fue a dormir y nunca más despertó”, declara.
“Estas cosas pasan en montaña y pueden pasarle a cualquiera. Fue muy triste saber que mi compañero había fallecido, jamás hubiese esperado algo así y nunca me había tocado pasar por algo parecido”, agrega.
Pese a esta experiencia, no descarta volver a intentarlo. “Para mi, el montañismo es libertad y superación. Salir de la zona de confort y demostrarnos que no hay límite en lo que podemos soñar y que los grandes desafíos están para lograrlos. En ella, me conecto con el mundo y a su vez conmigo misma”, indica.
¿Qué otras reflexiones te deja esta experiencia extrema?
“Me enseña lo frágil que es la vida y lo pequeños que somos en un mundo de montaña. Es importante planificar bien las cosas, estar muy atentos a los cambios de clima».
“También es fundamental saber decir: «Hasta aquí llegué«. Ser responsables con la vida y la integridad física y mental. Dar la vuelta y entender que la vida siempre nos puede presentar más oportunidades. Además, de disfrutar la vida haciendo lo que amamos, de forma consciente y que no hay que complicarse por pequeñas cosas cuando hay problemas mayores. Aunque, por sobre todo, la verdadera cumbre es volver sano y salvo a casa”.
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