El pasado mes de mayo de 2020, el destacado técnico de la Universidad de Chile se acogió a retiro, cerrando un capítulo de 27 años dirigiendo a la Selección de Balonmano Mujeres de la Universidad de Chile. Hoy recuerda su gran trayectoria, alegrías y sus futuros desafíos.

Emil Feutchmann

Emil Feutchmann es uno de los técnicos de handball con mayor trayectoria deportiva nacional. Estudió Pedagogía en la Universidad Católica de Valparaíso, pero fue en Punta Arenas donde se inició como profesor y técnico de balonmano.

En el sur del país también nacieron sus cuatro hijos: Emil, Inga, Harald y Erwin, destacados balonmanistas nacionales que siguieron la pasión de su padre, aprendieron junto a él y hoy juegan en el extranjero.

En 1993, Emil Feutchamann llegó a la Universidad de Chile y por cerca de tres décadas dirigió a la Selección de Balonmano Mujeres, equipo con el que consiguió múltiples triunfos, entre ellos: doce campeonatos nacionales consecutivos.

Tras su retiro en mayo pasado, se encuentra realizando sus proyectos personales y dada la pandemia del Covid 19 y las medidas restrictivas, nos reunimos con él a través de una videollamada para conversar sobre su trayectoria, sus recuerdos y sus metas futuras.

¿Cómo fueron sus inicios en el balonmano?

Estando en clases en la universidad nos propusieron jugar handball y jugando, con entusiasmo, hicimos un equipo entre los alumnos. Era medio revuelto, jugábamos hombres y mujeres en la clase, en la asignatura. El mayor hito fue pasar a jugar a la selección de la universidad (PUCV).

Eso también es lo entretenido del handball, que después cuando ya se van juntando equipos, empiezas a conocer gente y eso también es entretenido. Tu mundo se abre un montón.

¿Cuándo comenzó a enseñar balonmano?

Estaba estudiando y trabajaba en ENAP Concón como practicante, por los años 80 más o menos. Me habían pasado el dato de que necesitaban gente para Punta Arenas. El balonmano ya me atraía mucho cuando empecé a enseñar.

Luego, yo trabajaba en el Departamento Extraescolar de Punta Arenas y formamos la Asociación Escolar, donde había muchos colegios de media y básica. Eso fortaleció bastante en un principio el balonmano. Por los años 83 y 84, creo que fuimos los primeros equipos empezaron a cruzar a jugar con los argentinos.

Nace el Torneo Patagónico en Punta Arenas. En Río Gallegos se realizaba el Torneo Austral, que llevaba cuatro versiones cuando nosotros empezamos con la primera. Entonces la idea era que toda la patagonia se juntara con el balonmano.

¿Qué otros recuerdos tiene de Punta Arenas?

Ahí nacieron mis cuatro hijos. Fue una época super buena, super bonita, con muchos amigos y otra manera de ver a la gente.

Yo tenía un bolso de esos que son unos grandes, con veinte pelotas de handball. Y con eso en mi bolso andaba por todas las escuelas, muchas escuelas de Punta Arenas, enseñando el balonmano.

Finalmente llegó un momento en que pensamos en el futuro de los hijos. En la parte deportiva era difícil llegar a Santiago, también en la parte científica no había mucha oferta para poder estudiar o hacer cosas.

Yo también quería ser entrenador nacional. Mi esposa tenía a toda su familia acá y yo también. Entonces eran varios factores que decían que teníamos que regresar.

¿Cómo fue su llegada a la U?

En la U había balonmano para varones, pero en mujeres no había mucho. Estuve con los varones y las damas, y en un momento me hicieron elegir porque querían que un entrenador estuviera con un solo equipo.

Me dieron a elegir y yo elegí a las damas. Obtuvimos 18 campeonatos nacionales, 12 consecutivos y al parecer elegí bien

¿Por qué eligió entrenar al equipo de mujeres?

Yo creo que las mujeres son mucho más responsables. Aparte que teníamos un buen equipo, fue una generación muy buena.

Las mujeres tienen esa virtud, son más responsables. Todas las que integraban el equipo tenían muy buena calidad académica. Mucha gente era seleccionada chilena, jugaba por la universidad y entrenaba por la universidad, entrenaba por la selección y además llevaba sus estudios. Esa trayectoria en muy pocos equipos se ve.

¿Cuál fue su mayor logro entrenando a las seleccionadas de la Universidad de Chile?

El mayor logro fue que participamos en el Mundial Universitario en Brasil, aparte de los 12 campeonatos nacionales consecutivos que tuvimos. Yo creo que van a pasar años y ese récord no se va a batir.

En Brasil nos encontramos con equipos que venían de Argentina, Uruguay y con equipos de Europa también. Eso fue algo muy significativo y se debe única y exclusivamente a que se va instalando una cultura del trabajo, una cultura del entrenamiento, una cultura de la responsabilidad.

Mi consigna era “tú tienes que ser deportista porque mañana vas a ser buen profesional”. O sea, “si no eres un buen deportista hoy día, con los valores, con lo que realmente se necesita, vas a ser solo un buen profesional”.

Hoy me pregunto ¿en qué momento pasó todo esto? fue todo tan rápido, pero finalmente creo en los buenos momentos. Siempre hubo colaboración, entusiasmo, siempre había gente para entrenar. El que hoy no entrena no sé por qué no lo hace, porque lo tienen todo. Lo que hay hoy no lo pueden desperdiciar. Es algo espectacular.

¿Cuál es la mayor satisfacción que le ha dado el balonmano?

Fui ayudante técnico de la selección nacional femenina adulta, fui ayudante técnico de junior y estuve a cargo de los juveniles. Viajamos mucho.

La satisfacción más grande que me puede haber dado el balonmano es ver a mis cuatro hijos en los Juegos Panamericanos de Guadalajara. Los tres varones en el equipo masculino e Inga en el equipo femenino. Yo creo que es un récord que nunca se ha dado. Pero eso fue impresionante.

¿Qué planes tiene para el futuro? ¿Seguirá ligado al balonmano?

Hace cuatro años mis hijos me preguntaron: “Papá ¿qué te gustaría hacer ahora que viene la jubilación?”. “Me gustaría enseñar balonmano, pero a los niños”, les respondí. Y aquí estamos, con un club que ha crecido y ahí trabajando con la familia.

Mis hijos quieren que el balonmano chileno sea profesional, lo cual está difícil, pero yo creo que lo profesional tiene que ver con que se hagan bien las cosas y hoy no hay una cancha exclusiva para el balonmano. El deporte que ha tenido mejor rendimiento internacional no tiene su cancha propia. La federación no tiene una cancha propia para desarrollar sus actividades.

Cuando uno hace un recuento, lo pasado pisado está. Yo podría tener en la puerta un Mercedes Benz, un Ferrari, me hubiera gustado tener un televisor en toda la pared, me hubiese gustado haber dirigido en Europa. Hay hartas cosas, pero yo creo que dentro de las posibilidades que tuve y donde mi familia ha sido fundamental, estoy tranquilo con lo que se hizo. Yo creo que no tengo deudas en ese sentido. No tengo deudas.

¡Muchas gracias, Emil!